El monólogo suele ser de una sinceridad terminante. No hay interlocutor con quien medirse. El diálogo suele ser de una cómplice sinceridad: en el mejor de los casos es tu palabra junto a la mia. Pero más allá del diálogo aparece ya el espectador y el testigo. La sinceridad se ha hecho imposible. Más allá del diálogo empieza la representación. Rafael Argullol

domingo, 24 de octubre de 2010

MAN RAY EN BOGOTÁ

baguette






el Ma
Marqués de Sade


Obra en la primera exposición DADA de 1917


FAUNO



duraznos

READYMADE
EL FOTÓGRAFO FUE LUCHO

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